¿Vivimos en una era más allá de la verdad? Reflexiones de Ronald Bailey en Reason

Les comparto esta editorial en Reason que habla de cómo hay dos tipos de problemas: los «dóciles» y los «endemoniados«. Los dóciles, como el acceso a agua potable o la electricidad, requieren esfuerzo constante para encontrar una solución única. No necesariamente son fáciles, pero se pueden definir y crear un consenso hacia dónde hay una solución. Los «endemoniados» suelen incluir los problemas sociales (por ejemplo, el hambre, el crimen, la contaminación y el desarrollo social) y su solución depende de la forma en que el analista define el problema.

La discusión política reciente se ha convertido en un juego de datos respaldado por «expertos» en la nómina de cada una de las partes. En Estados Unidos es más claro: cambio climático, control de armas, vacunas, subsidios a la investigación y desarrollo, etc. Todos presentan datos que presentan puntos de vista que apoyan una agenda política ya formada.

¿La solución? No hay ninguna fácil. Una propuesta es ser más responsables al momento de emitir una opinión y reconocer nuestros sesgos. (Admiro yo a David Henderson de EconTalk por hacer eso.) Otra salida es buscar arreglos institucionales y sociales que permitan un mayor nivel de personalización en nuestras elecciones.

Do We Live in a Post-Truth Era? – Reason.com.

¿Quién se equivoca menos: los expertos o los empresarios?

Esta semana, al revisar la presentación del subgobernador del Banco de México, Manuel Ramos Francia, en el Foro IMEF Internacional 2011 “La Fortaleza de México: Lecciones Aprendidas”, me topé con una gráfica que me pareció muy interesante.

Gráfica 1.1 Encuesta de Banxico sobre la coyuntura actual para realizar inversiones (enero 2003-abril 2011)

Fuente: Banxico

Salvo algunas excepciones, la dirección del balance general -aquellos que consideraron al momento actual como bueno para invertir menos aquellos que lo consideraron como malo- para ambos grupos parece ser la misma. En otras palabras: ambos grupos tienden a pensar lo mismo (buen momento o mal momento) pero los expertos en economía están mucho más de acuerdo entre ellos.  El balance de respuestas positivas de los expertos en economía era de 60% en abril de 2011; mientras, los empresarios no se ponían de acuerdo, con un balance menor al 20%.

Es apreciable la diferencia en magnitud del balance entre ambos grupos encuestados. Si un inversionista tuviera que elegir a algún grupo como consejero de inversión, ¿a quién elegiría? Si eligiera a los expertos en economía, ¿invertiría de más (overshooting) en los momentos en que ellos estiman el momento como positivo? Si eligiera a los empresarios, ¿invertiría poco o sería más prudente  cuando ellos le aconsejaran invertir? ¿Cuál grupo se equivoca?

Gráfica 1.2 Inversión fija bruta y en maquinaria y equipo nacional en México (enero 2004-junio 2011)

Inversión fija bruta en pesos constantes de 2003 (Desestacionalizada)

Fuente: Banxico

No sé si la variación anual en inversión fija bruta (gráfica 1.2) sea un buen indicador para comparar la precisión de las respuestas de ambos grupos. Sin embargo, me parece interesante que la variación en ésta sea más o menos la mitad que el balance de los empresarios (1/3 del balance de los expertos). Si tomamos ésta gráfica como métrica, parecería que ambos sobrerreaccionan respecto al clima de inversión.

Mi hipótesis inicial es que los expertos en economía incurren en overshooting tanto en los momentos buenos como en los malos, mientras  los empresarios no lo hacen tanto. Aunque los dos grupos tienen incentivos para no equivocarse, me parece que los empresarios tienen más que perder (i.e. sus negocios o empleos) si fallan, mientras que los expertos pueden errar sin mayores temores. Como estos últimos tienden a coincidir más en sus opiniones, en caso de fallar en sus predicciones no es muy posible que pierdan sus empleos o reputaciones como expertos en la materia (ya que casi todos cometieron el mismo error). Podríamos llamar a lo anterior: “mal de muchos, consuelo de todos”.

Me pregunto cómo evaluaría esa hipótesis: ¿método estadísticos o experimentales? Si ustedes consideran la primera opción como la más viable, ¿qué variables explicativas utilizarían y cuál método aplicarían? Si creen que los métodos experimentales producirían mejores resultados, ¿cuál sería su metodología? y, más importante, ¿cómo lograrían convencer a expertos en economía y empresarios del sector manufacturero ser parte de su experimento?

Sospecho que un experimento sería muy ilustrativo pero aún no se me ocurre cómo convencería a esas personas ser parte de él. Es por eso que exhorto a los lectores a expresar sus opiniones en la sección de comentarios y escribir (si es que lo desean) posibles explicaciones de la encuesta de Banxico.